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martes, 20 de noviembre de 2018

Indigenas..........Asheninka.......



Introdución:



El pueblo asheninka, también conocido como ‘ashaninka del Gran Pajonal’, ha sido relacionado con el pueblo ashaninka debido a que tienen una historia común y a que tradicionalmente se han ubicado en la misma zona geográfica: la selva central del Perú. Además, ambos pueblos comparten una lengua que, aunque con distintas variantes, es considerada como una de las lenguas que agrupa la familia lingüística Arawak.

A partir de los censos de comunidades y de los procesos de consulta previa realizados entre los años 2013 y 2014, se tiene valiosa información sobre un conjunto de comunidades que se reconocen como diferentes de los ashaninka y se identifican como parte del pueblo asheninka.

Actualmente, el pueblo asheninka vive principalmente en los departamentos de Ucayali y Pasco. Según datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo asheninka se estima en 9.000




Historia:

Es escasa la información que los documentos históricos incluyen sobre el pueblo asheninka en tiempos anteriores a la Colonia. No obstante, se sabe que mantuvo redes de comercio con pueblos originarios de la sierra, desde antes de la llegada de los primeros misioneros (Anderson 2002).

Durante la época de la Colonia, los misioneros franciscanos tuvieron un primer ingreso al territorio asheninka en 1635 (Benavides 1986, Bodley 1970). De acuerdo con Anderson, los asheninka vieron en los misioneros una forma efectiva de tener acceso a herramientas (Anderson 2002), y en dicho contexto, los franciscanos iniciaron sus primeras acciones que consistieron en bautizar a los habitantes, establecer pequeñas capillas y celebrar misas. 

Havalkof y Veber (2005) señalan que los obsequios por parte de los europeos se convirtieron en un importante aliciente para acceder a las comunidades asheninka, ya que dotaban a los líderes locales de prestigio y poder dentro de la comunidad. Dichas herramientas llevaron a una revolución en la agricultura y en la tecnología empleada por dicho pueblo (Anderson 2002).
 
A partir de dicho periodo se da una serie de levantamientos indígenas, principalmente debido a la forma en la que los misioneros querían imponer su autoridad, a veces por encima de los propios líderes locales, o desconociendo sus costumbres. Todo ello se sumó a las epidemias que harían crecer el índice de mortalidad de los asheninka del Gran Pajonal (Amich 1899, Ortiz 1961, Santos Granero 1987).

Como resultado del descontento de la población indígena, se produjo un gran alzamiento a mediados del siglo XVIII, que tuvo como figura emblemática a Juan Santos Atahualpa (Espinosa 1993). Dicho levantamiento logró captar el apoyo masivo de diferentes pueblos indígenas, consiguiendo la expulsión de los misioneros que en ese momento se encontraban en la zona conocida como el Gran Pajonal (Amich 1988).
 De acuerdo con Havalkof y Veber (2005), el más grande logro de este levantamiento fue la expulsión de los misioneros y la recuperación del control sobre sus territorios, que no serían ocupados por población foránea hasta 200 años después.

Durante la época denominada como el ‘boom del caucho’, entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, una parte de los asheninka fue captada por los caucheros y obligada a trabajar en la extracción del caucho. Havalkof y Veber (2005), señalan que este contexto significó un reingreso de los misioneros a la zona para intentar frenar la trata de menores y el comercio de esclavos, ‘comprándolos’ para ‘re-educarlos’ (Ortiz, 1961). Así, para fines de la década del 1920, los misioneros nuevamente habían cobrado relevancia en la zona.

En la década de 1980, los grupos armados subversivos como el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso comienzan a realizar acciones en territorios de los pueblos ashaninka y asheninka. Dichos grupos llegaron a dominar prácticamente toda la provincia de Satipo y tuvieron el control de los valles de los ríos Perené, Ene y Tambo (Aroca y Maury 1993; Espinosa 1993). En 1988, esta zona fue declarada en “estado de emergencia” (Espinosa 1993).

Frente a la incursión del MRTA y Sendero Luminoso, los asheninka conformaron el “Ejército Asheninka” a fines de la década de 1980, logrando detener el ingreso de Sendero Luminoso a la zona del Gran Pajonal (Espinosa 1993). De acuerdo con Espinosa (1993), dicho ejército estaba compuesto por 250 personas, reclutadas a partir de un servicio militar obligatorio que, si bien coordinaba con el Estado, conservó su independencia.





Este pueblo fue uno de los pueblos indígenas más afectados por la violencia política, tanto por la desaparición de su población como por su enrolamiento forzoso en las filas de estos grupos y en la respuesta que tuvieron los mismos y el Ejército. Según Aroca y Maury (1993), la ocupación de los grupos armados significó la desaparición de gran parte de la población en las comunidades ashaninka asentadas en los ríos Perené, Ene y Tambo, cerca de donde se asentaban también comunidades autoidentificadas como asheninka.

Instituciones sociales, económicas y políticas:

Para el pueblo asheninka, el término Nampitsi hace referencia a la comunidad o al lugar “donde hay muchas casas” (Hise et al. 2000). De acuerdo con el patrón de asentamiento tradicional, la zona conocida como Nampitsi se caracterizan por tener pocas casas que se encuentran dispersas, contando con aproximadamente entre 2 a 5 familias.

En la tradición de este pueblo, los varones se dedican a la preparación de la chacra, mientras que las mujeres se encargan de su mantenimiento y del cuidado de los cultivos (Havalkof y Veber 2005). Las actividades complementarias, tales como la caza y la pesca, suelen ser realizadas por los varones. De acuerdo con estos autores, las mujeres asheninka son separadas de dichas actividades, debido a la creencia ancestral de que, por la lejanía de las mismas, los peligros que acarrean (brujería, difícil geografía, entre otros), y la demanda física que implican, son actividades más adecuadas para los varones de la comunidad.

La chacra es la principal fuente de insumos de los asheninka. Si bien una parte importante de sus productos son para autoconsumo, una parte pequeña es destinada al comercio; principalmente la producción de café y maní.

Entre las principales actividades a las que se han dedicado los asheninka están la caza y la recolección. Ambas actividades pueden involucrar a un colectivo dentro de la comunidad, o realizarse de manera individual.



De acuerdo con Havalkof y Veber (2005), el liderazgo entre los asheninka ha sido ejercido por el hombre de mayor edad en la comunidad (Havalkof y Veber 2005). No obstante, la figura de la comunidad nativa en la actualidad supone una serie de autoridades, tales como el jefe, subjefe, teniente gobernador y fiscal. En cuanto a la toma de decisiones que atañen a la comunidad, estas se dan en asamblea con la participación de hombres y mujeres.



Creencias y prácticas ancestrales:


 

Como para algunos otros pueblos de la Amazonía peruana, la vestimenta tradicional de los asheninka se denomina ‘cushma’ o kithaarentsi. De acuerdo con Anderson (2002), esta prenda habría sido introducida por los franciscanos y adaptada con los diseños propios del pueblo, constituyéndose luego como la única vestimenta utilizada por hombres, mujeres y niños asheninka. La cushma asheninka se asemeja a una túnica hecha de algodón con rayas horizontales para las mujeres y verticales para los hombres. Una familia con cushmas bien confecciones simboliza prestigio y legitimidad.



viernes, 3 de agosto de 2018

Indígena ........... Toba .......



Introducción: 


Los tobas, también conocidos como qom, son una etnia del grupo pámpido que habita en el Chaco Central. Hacia el siglo XVI comenzaron a habitar gran parte del norte de Argentina por las actuales provincias de Salta, Chaco, Santiago del Estero, Formosa y en la provincia de Gran Chaco en el sudeste del departamento de Tarija en Bolivia (país que habitaron hasta principios del siglo XX). Contemporáneamente muchos, perseguidos por la miseria en sus zonas rurales ancestrales se encuentran en los suburbios de ciudades como San Ramón de la Nueva Orán, Salta, Tartagal, Resistencia, Charata, Formosa, Rosario, Santa Fe y del Gran Buenos Aires.

Como típicos pámpidos se caracterizan por sus elevadas tallas y por predominar entre ellos los individuos dolicocéfalos.[cita requerida] Se les considera una de las más importantes etnias del grupo de los guaicurúes, voz de tono insultante que dieron los guaraníes a sus principales oponentes en el Gran Chaco.

Su idioma se denomina qom l'aqtac y desde el punto de vista lingüístico se le suele incluir dentro del grupo de «idiomas guaicurúes», que muchos autores consideran forman junto con los idiomas matacoanos la familia lingüística mataco-guaicurú.



Etnónimo

El término «toba» deriva del guaraní tová que significa «frentón»,​ el mismo fue adoptado por los chiriguanos para referirse a un grupo de guaicurúes que habitaban en el Chaco Central y el Chaco Austral.​ Se cree que se debe a la costumbre, ya abandonada, de raparse la parte frontal del cabello;​ aunque para el lingüista Clemente Balmori hacía referencia a la costumbre de depilarse las cejas.6​ Este término tenía, inicialmente, carácter peyorativo.

El término qom agrupa, además de los tobas, a otros guaicurúes australes, como los pilagá y los mocovíes, pero excluye a los guaicurúes boreales.​ El autoglotónimo es qom, que en lengua toba significa «persona» o «gente» y hace referencia al pueblo en su conjunto.

​ Con el tiempo, el término «toba» comenzó a ser utilizado por los propios indígenas, aunque, en períodos de guerra interétnica se utilizaba qom como una forma de distinguirse de otros pueblos guaicurúes.7​ En los tiempos modernos, qom resurgió durante una etapa de conflicto social con las autoridades argentinas a principios del siglo XX, como una forma de distinción entre indígenas y no indígenas (a los que denominan rocshe).

Un término, hoy en desuso, que se utilizó para designar a los integrantes de esta etnia que vivían en la región más oriental es natisas, naticas o natijas, que deriva de notoqoit (toq significa "colorado") y se interpreta como «hombres colorados». No se conoce con exactitud el motivo de esta designación, pero se cree que puede hacer referencia a que vivían sobre el río Bermejo (nombrado por el color bermejo de sus aguas) o por la costumbre de pintarse el rostro de este color.4​ Aunque el uso del término toba fue general entre los españoles desde que tomaron contacto con este pueblo, la designación no se extendió a los tobas orientales hasta mediados del siglo XVIII.
 
En las estadísticas oficiales, el término preferido por las autoridades de Argentina y Paraguay es «toba».10​ Entre los hablantes de la lengua toba, su pueblo de denomina nom qom («nuestra gente»).​ En Paraguay también se los solía denominar emok, término en idioma enlhet, que significa «prójimo» o «paisano».



En 1901 el gobierno de Julio Argentino Roca acordó con la Orden Franciscana del convento de San Carlos Borromeo de San Lorenzo (Santa Fe) la fundación de dos reducciones indígenas en el Territorio Nacional de Formosa. La misión de San Francisco Solano de Tacaaglé fue iniciada por el franciscano Terencio Marcucci el 21 de marzo de 1901 con 150 tobas y pilagás mayormente provenientes del Chaco Boreal paraguayo.

 Ocupaba un terreno de 20 000 hectáreas cerca del río Pilcomayo, dentro el cual fue trasladada varias veces. La otra reducción fue la de San Francisco de Laishí, fundada con tobas el 25 de marzo de 1901 en el sureste de Formosa por los padres Serafín Iturralde y Ghio. Ocupaba un terreno de 74 000 hectáreas en las que había un ingenio azucarero que funcionó hasta 1946. Al provincializarse Formosa en 1955 las dos misiones pasaron al control civil derivando en los pueblos Misión Tacaaglé y San Francisco de Laishí.


Los pueblos originarios del Gran Chaco, se mantuvieron por lo general independientes hasta muy avanzado el siglo XIX. la conquista del territorio y el sometimiento de sus gentes durante la Conquista del Chaco diezmó su población. En la segunda mitad del siglo XX, cuando dejaron de servir como mano de obra agraria, se produjo la expulsión masiva. La primera conquista sobre los territorios comenzó en 1884 y se la recuerda como la Conquista del Gran Chaco, uno de los principales protagonistas fue el general Victorica, los qom quedaron marginados en las zonas más pobres y al ser reducidos sus territorios, la supervivencia les resultó cada vez más difícil.

 En 1924 cuando el gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear quiso ampliar su área de cultivo, dando tierras a los extranjeros y criollos y concentrarlos en reservas​ se produjo la última resistencia bélica de los qom en la Colonia Aborigen Napalpí en la provincia del Chaco, en donde 200 de ellos fueron masacrados en el hecho conocido como la Masacre de Napalpí.

 Muchos fueron obligados a trabajar en las plantaciones de algodón o como hacheros en los obrajes. En la matanza fueron muertos 200 indígenas de las etnias qom y también mocoví a manos de la policía chaqueña y grupos de estancieros, el 19 de julio de 1924 durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear. Al menos 700 víctimas, incluidas mujeres, ancianos y niños. Quienes no murieron por las balas policiales, fueron degollados con machetes y hachas por parte de los efectivos de la Gendarmeria Nacional enviados por Torcuato de Alvear.

En 1954 el entonces, Gobierno Nacional reconoció la masacre perpetrada durante el gobierno de Alvear y reconoció los derechos de los pueblos originarios sobre sus territorios ocupados, otorgándoles la propiedad comunitaria de aquellos. Se les entregó, a las etnias, más de 300.000 hectáreas de la provincia de Formosa, otorgadas por el entonces gobernador del Territorio nacional de Formosa Arturo Iglesias Paiz y el presidente J Domingo Perón. Sin embargo tras el golpe de Estado de 1955 la entrega fue revocada y las tierras subastadas, quedando varias de ellas en manos de allegados al gobernador de facto Carlos García Cuervas.​
 

Historia:

A la llegada de los españoles en el siglo XVII los qom habitaban principalmente las regiones del Chaco actualmente salteño y tarijeño y desde allí se extendían (imbrincándose con otras etnias) a lo largo del río Bermejo y en menor medida del río Pilcomayo. El mayor crecimiento demográfico de los wichís hizo que estos ejercieran mayor presión demográfica para obligarlos a un desplazamiento hacia el este, territorios en los que hoy mayoritariamente habitan.

Como el general de los guaicurúes los qom se organizaban en bandas compuestas por varias familias, que tejían relaciones con otras bandas. Los grupos tobas principales fueron sheu’l’ec (habitante del norte o sheu), dapigueml’ec (habitantes del oeste o dapiguem, del cielo o de arriba), l’añagashec (habitantes de la tierra firme, del sureste o l’añaga), tacshic (habitantes del este o tagueñi) y los qollaxal’ec (habitantes del sur o qollaxa).

La presencia de los españoles significó una gran revolución para ellos, por una parte se encontraron con un nuevo y poderoso enemigo, por el otro los españoles involuntariamente hicieron un gran aporte a su cultura: en el siglo XVII los qom comenzaron a utilizar el caballo y pronto devinieron en un poderoso complejo ecuestre en el centro y sur del Gran Chaco (Chaco Gualamba).


 Se volvieron hábiles jinetes pese a que su territorio estaba en gran parte cubierto de bosques y selvas (al andar a caballo bajo los árboles solían llevar sobre sus cabezas un cuero hábilmente sujetado a su cuerpo, para prevenirse de las espinas de los árboles y de los ataques de los pumas y jaguares que sorpresivamente les podían saltar desde las ramas).



 Enemigos del estado paraguayo en los plenilunios del siglo XIX los qom y otros guaicurúes vecinos solían atravesar el río Paraguay a caballo para efectuar malones. Con la adopción de la equitación pudieron extender sus correrías, transformándose en la etnia dominante del Chaco Central. También el dominio del caballo les permitió avanzar hacia el Chaco Austral e incluso realizar incursiones relámpago en las zonas correspondientes al noroeste de la región pampeana. Desde sus caballos, armados con arco y flecha cazaban no solo animales autóctonos sino el ganado vacuno de origen europeo.

En 1756 la Compañía de Jesús fundó la reducción toba de San Ignacio de Ledesma cerca del fuerte de Ledesma en la provincia de Jujuy. Al momento de la expulsión jesuita en 1768 contaba con 600 habitantes.