Introdución:
El pueblo asheninka, también conocido como ‘ashaninka del
Gran Pajonal’, ha sido relacionado con el pueblo ashaninka debido a que tienen
una historia común y a que tradicionalmente se han ubicado en la misma zona
geográfica: la selva central del Perú. Además, ambos pueblos comparten una
lengua que, aunque con distintas variantes, es considerada como una de las
lenguas que agrupa la familia lingüística Arawak.
A partir de los censos de comunidades y de los procesos de
consulta previa realizados entre los años 2013 y 2014, se tiene valiosa
información sobre un conjunto de comunidades que se reconocen como diferentes
de los ashaninka y se identifican como parte del pueblo asheninka.
Actualmente, el pueblo asheninka vive principalmente en los
departamentos de Ucayali y Pasco. Según datos obtenidos por el Ministerio de
Cultura, la población de las comunidades del pueblo asheninka se estima en 9.000
Historia:
Es escasa la información que los
documentos históricos incluyen sobre el pueblo asheninka en tiempos anteriores
a la Colonia. No obstante, se sabe que mantuvo redes de comercio con pueblos
originarios de la sierra, desde antes de la llegada de los primeros misioneros
(Anderson 2002).
Durante la época de la Colonia,
los misioneros franciscanos tuvieron un primer ingreso al territorio asheninka
en 1635 (Benavides 1986, Bodley 1970). De acuerdo con Anderson, los asheninka
vieron en los misioneros una forma efectiva de tener acceso a herramientas
(Anderson 2002), y en dicho contexto, los franciscanos iniciaron sus primeras
acciones que consistieron en bautizar a los habitantes, establecer pequeñas
capillas y celebrar misas.
Havalkof y Veber (2005) señalan
que los obsequios por parte de los europeos se convirtieron en un importante
aliciente para acceder a las comunidades asheninka, ya que dotaban a los
líderes locales de prestigio y poder dentro de la comunidad. Dichas
herramientas llevaron a una revolución en la agricultura y en la tecnología
empleada por dicho pueblo (Anderson 2002).
A partir de dicho periodo se da
una serie de levantamientos indígenas, principalmente debido a la forma en la
que los misioneros querían imponer su autoridad, a veces por encima de los
propios líderes locales, o desconociendo sus costumbres. Todo ello se sumó a
las epidemias que harían crecer el índice de mortalidad de los asheninka del
Gran Pajonal (Amich 1899, Ortiz 1961, Santos Granero 1987).
Como resultado del descontento de
la población indígena, se produjo un gran alzamiento a mediados del siglo
XVIII, que tuvo como figura emblemática a Juan Santos Atahualpa (Espinosa
1993). Dicho levantamiento logró captar el apoyo masivo de diferentes pueblos
indígenas, consiguiendo la expulsión de los misioneros que en ese momento se
encontraban en la zona conocida como el Gran Pajonal (Amich 1988).
De acuerdo con Havalkof y Veber (2005), el más
grande logro de este levantamiento fue la expulsión de los misioneros y la
recuperación del control sobre sus territorios, que no serían ocupados por
población foránea hasta 200 años después.
Durante la época denominada como
el ‘boom del caucho’, entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, una
parte de los asheninka fue captada por los caucheros y obligada a trabajar en
la extracción del caucho. Havalkof y Veber (2005), señalan que este contexto
significó un reingreso de los misioneros a la zona para intentar frenar la
trata de menores y el comercio de esclavos, ‘comprándolos’ para ‘re-educarlos’
(Ortiz, 1961). Así, para fines de la década del 1920, los misioneros nuevamente
habían cobrado relevancia en la zona.
En la década de 1980, los grupos
armados subversivos como el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y
Sendero Luminoso comienzan a realizar acciones en territorios de los pueblos
ashaninka y asheninka. Dichos grupos llegaron a dominar prácticamente toda la
provincia de Satipo y tuvieron el control de los valles de los ríos Perené, Ene
y Tambo (Aroca y Maury 1993; Espinosa 1993). En 1988, esta zona fue declarada
en “estado de emergencia” (Espinosa 1993).
Frente a la incursión del MRTA y
Sendero Luminoso, los asheninka conformaron el “Ejército Asheninka” a fines de
la década de 1980, logrando detener el ingreso de Sendero Luminoso a la zona
del Gran Pajonal (Espinosa 1993). De acuerdo con Espinosa (1993), dicho
ejército estaba compuesto por 250 personas, reclutadas a partir de un servicio
militar obligatorio que, si bien coordinaba con el Estado, conservó su
independencia.
Este pueblo fue uno de los pueblos indígenas más afectados por la violencia política, tanto por la desaparición de su población como por su enrolamiento forzoso en las filas de estos grupos y en la respuesta que tuvieron los mismos y el Ejército. Según Aroca y Maury (1993), la ocupación de los grupos armados significó la desaparición de gran parte de la población en las comunidades ashaninka asentadas en los ríos Perené, Ene y Tambo, cerca de donde se asentaban también comunidades autoidentificadas como asheninka.
Instituciones sociales, económicas y políticas:
Para el pueblo asheninka, el
término Nampitsi hace referencia a la comunidad o al lugar “donde hay muchas
casas” (Hise et al. 2000). De acuerdo con el patrón de asentamiento
tradicional, la zona conocida como Nampitsi se caracterizan por tener pocas
casas que se encuentran dispersas, contando con aproximadamente entre 2 a 5
familias.
En la tradición de este pueblo,
los varones se dedican a la preparación de la chacra, mientras que las mujeres
se encargan de su mantenimiento y del cuidado de los cultivos (Havalkof y Veber
2005). Las actividades complementarias, tales como la caza y la pesca, suelen
ser realizadas por los varones. De acuerdo con estos autores, las mujeres
asheninka son separadas de dichas actividades, debido a la creencia ancestral
de que, por la lejanía de las mismas, los peligros que acarrean (brujería,
difícil geografía, entre otros), y la demanda física que implican, son
actividades más adecuadas para los varones de la comunidad.
La chacra es la principal fuente
de insumos de los asheninka. Si bien una parte importante de sus productos son
para autoconsumo, una parte pequeña es destinada al comercio; principalmente la
producción de café y maní.
Entre las principales actividades
a las que se han dedicado los asheninka están la caza y la recolección. Ambas
actividades pueden involucrar a un colectivo dentro de la comunidad, o
realizarse de manera individual.
De acuerdo con Havalkof y Veber
(2005), el liderazgo entre los asheninka ha sido ejercido por el hombre de
mayor edad en la comunidad (Havalkof y Veber 2005). No obstante, la figura de
la comunidad nativa en la actualidad supone una serie de autoridades, tales
como el jefe, subjefe, teniente gobernador y fiscal. En cuanto a la toma de
decisiones que atañen a la comunidad, estas se dan en asamblea con la
participación de hombres y mujeres.
Creencias y prácticas ancestrales:
Como para algunos otros pueblos
de la Amazonía peruana, la vestimenta tradicional de los asheninka se denomina
‘cushma’ o kithaarentsi. De acuerdo con Anderson (2002), esta prenda habría
sido introducida por los franciscanos y adaptada con los diseños propios del
pueblo, constituyéndose luego como la única vestimenta utilizada por hombres,
mujeres y niños asheninka. La cushma asheninka se asemeja a una túnica hecha de
algodón con rayas horizontales para las mujeres y verticales para los hombres.
Una familia con cushmas bien confecciones simboliza prestigio y legitimidad.