Introdución:

A partir de los censos de comunidades y de los procesos de
consulta previa realizados entre los años 2013 y 2014, se tiene valiosa
información sobre un conjunto de comunidades que se reconocen como diferentes
de los ashaninka y se identifican como parte del pueblo asheninka.

Historia:
Es escasa la información que los
documentos históricos incluyen sobre el pueblo asheninka en tiempos anteriores
a la Colonia. No obstante, se sabe que mantuvo redes de comercio con pueblos
originarios de la sierra, desde antes de la llegada de los primeros misioneros
(Anderson 2002).

Havalkof y Veber (2005) señalan
que los obsequios por parte de los europeos se convirtieron en un importante
aliciente para acceder a las comunidades asheninka, ya que dotaban a los
líderes locales de prestigio y poder dentro de la comunidad. Dichas
herramientas llevaron a una revolución en la agricultura y en la tecnología
empleada por dicho pueblo (Anderson 2002).

A partir de dicho periodo se da
una serie de levantamientos indígenas, principalmente debido a la forma en la
que los misioneros querían imponer su autoridad, a veces por encima de los
propios líderes locales, o desconociendo sus costumbres. Todo ello se sumó a
las epidemias que harían crecer el índice de mortalidad de los asheninka del
Gran Pajonal (Amich 1899, Ortiz 1961, Santos Granero 1987).


Durante la época denominada como
el ‘boom del caucho’, entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, una
parte de los asheninka fue captada por los caucheros y obligada a trabajar en
la extracción del caucho. Havalkof y Veber (2005), señalan que este contexto
significó un reingreso de los misioneros a la zona para intentar frenar la
trata de menores y el comercio de esclavos, ‘comprándolos’ para ‘re-educarlos’
(Ortiz, 1961). Así, para fines de la década del 1920, los misioneros nuevamente
habían cobrado relevancia en la zona.


Este pueblo fue uno de los pueblos indígenas más afectados por la violencia política, tanto por la desaparición de su población como por su enrolamiento forzoso en las filas de estos grupos y en la respuesta que tuvieron los mismos y el Ejército. Según Aroca y Maury (1993), la ocupación de los grupos armados significó la desaparición de gran parte de la población en las comunidades ashaninka asentadas en los ríos Perené, Ene y Tambo, cerca de donde se asentaban también comunidades autoidentificadas como asheninka.
Instituciones sociales, económicas y políticas:
Para el pueblo asheninka, el
término Nampitsi hace referencia a la comunidad o al lugar “donde hay muchas
casas” (Hise et al. 2000). De acuerdo con el patrón de asentamiento
tradicional, la zona conocida como Nampitsi se caracterizan por tener pocas
casas que se encuentran dispersas, contando con aproximadamente entre 2 a 5
familias.


Entre las principales actividades
a las que se han dedicado los asheninka están la caza y la recolección. Ambas
actividades pueden involucrar a un colectivo dentro de la comunidad, o
realizarse de manera individual.
De acuerdo con Havalkof y Veber
(2005), el liderazgo entre los asheninka ha sido ejercido por el hombre de
mayor edad en la comunidad (Havalkof y Veber 2005). No obstante, la figura de
la comunidad nativa en la actualidad supone una serie de autoridades, tales
como el jefe, subjefe, teniente gobernador y fiscal. En cuanto a la toma de
decisiones que atañen a la comunidad, estas se dan en asamblea con la
participación de hombres y mujeres.
Creencias y prácticas ancestrales:
Como para algunos otros pueblos
de la Amazonía peruana, la vestimenta tradicional de los asheninka se denomina
‘cushma’ o kithaarentsi. De acuerdo con Anderson (2002), esta prenda habría
sido introducida por los franciscanos y adaptada con los diseños propios del
pueblo, constituyéndose luego como la única vestimenta utilizada por hombres,
mujeres y niños asheninka. La cushma asheninka se asemeja a una túnica hecha de
algodón con rayas horizontales para las mujeres y verticales para los hombres.
Una familia con cushmas bien confecciones simboliza prestigio y legitimidad.