Introducción:
Katíos, es el nombre dado por las crónicas a las etnias
indígenas de origen y lengua Caribe que en la época de la conquista poblaban
vastas regiones del centro-occidente del hoy departamento de Antioquia,
Colombia.
Etnias y territorio:
Deben diferenciarse por lo menos
dos pueblos diferentes a quienes se aplicaba el apelativo de catíos:
Por una parte estaban los emberá y otros
pueblos de lenguas chocó, que algunos agrupan dentro de la macrofamilia caribe.
Los descendientes de estos catíos habitan hoy zonas de los departamentos de
Chocó, Córdoba y el occidente y sur de Antioquia.
Por otra parte los catíos de Anzá y Ebéjico
y probablemente los Nutabes y los indígenas del valle de Aburrá. Con las pocas
palabras conservadas por la toponimia y en las crónicas de Fray Pedro Simón,
Antonio Vázquez de Espinosa y el conquistador Jorge Robledo se considera que
sus lenguas pertencían a la familia chibcha o estaba relacionada con el idioma
páez.
Embera |
Los catíos se extendían por las
regiones antioqueñas (Colombia) de los hoy municipios de Sabanalarga, Buriticá,
Cañasgordas, Frontino y Medellín, entre otros. Especialmente el área de
Frontino estuvo habitada por mucho tiempo durante la conquista exclusivamente
por los catíos, sin ninguna presencia española.
Juan Diego César, cronista de la
época de la conquista, relata sobre la existencia de un gran cacique de nombre
Anbaibe, quien tuvo dos hijos: Nutibara y Quinunchú. Nutibara fue el monarca de
todo el reino Catío y Quinunchú su jefe militar.
Idiosincrasia y cultura:
Fueron comunidades inteligentes,
organizadas, belicosas, pujantes, valerosas y bravas[cita requerida], la más
entre las que poblaron y poseyeron estas tierras del entonces Nuevo Reino de
Granada. Las etnias catía fueron más bravas y luchadoras que las etnias
chibchas pobladoras de las zonas centrales de Colombia en lo que hoy son los
departamentos de Cundinamarca y Boyacá, característica que, mezclada con el
valor de los conquistadores, dieron origen al mestizaje de la Región paisa. El
gran escritor vallecaucano don Jorge Isaacs se expresaría así sobre estas
comunidades:
“De qué raza desciendes pueblo altivo,
titán labrador?”
Los conquistadores acusaban a las
"tribus catías" de ser "despiadadamente antropófogas" y
aseguraban que en la guerra, su mayor botín eran los prisioneros, a quienes
supuestamente engordaban como cerdos para devorarlos después.
Sin embargo, otro es el
testimonio de exterminio que nos brinda la genética. Una investigación de la
Universidad de Antioquia estableció que el 90% del componente genético de los
antioqueños es de herencia materna indígena y que aproximadamente el 1% de
componente genético paterno es indígena. Testimonio de un genocidio y un
etnocidio, los españoles aniquilaron a los hombres indígenas para tomar a sus
mujeres.
Economía:
La economía de los catíos se basaba en una agricultura
amplia en productos, y en su comercio con las tribus aliadas de la región.
Río Villarteaga |
Practicaban también la medicina con excepcional ahínco.
Hasta hoy, sus descendientes conservan aún la institución del Jaibanismo, que
consiste en investir a quien corresponde de la dignidad jaibaná (médico). Esta
unción se lleva a cabo mediante una ceremonia llena de ritos y actitudes
hieráticas para poseer el bastón, una vara mágica que el jaibaná no abandonará
jamás tras recibirla y con la cual realizaba la curación de todas las
dolencias.
Los catíos poseían una fascinación ancestral por la
historia, para cuya perpetuación rememoraban los hechos al compás de cantos y
danzas. Al respecto anota Castellanos:
"Y aquesta de
Catía, más serrana,
Es en común (de
más de ser valiente)
Nación ingeniosa,
bien vestida,
Y que vive con
peso y con medida."
Exterminio y legado:
En 1556 el conquistador Gaspar de Rodas fue enviado a
"pacificar a la nación catía" de Ebéjico. La resistencia fue
encabezada por los jefes Tone, Sinago, Arame y Yutengo. En conjunción con sus
aliados los catíos defendieron sus tierras y posesiones de los conquistadores,
pero en 1575 fueron cruelmente aniquilados o mutilados, y los que quedaron se
dispersaron huyendo hacia Caramanta, Urabá y la región del Atrato.
volador |
Sin duda uno de los más afamados personajes catíos fue el
renombrado y poderoso monarca Cacique Nutibara, monarca comandandante de varios
caciques entre los que se recuerdan Nogobargo, Tuatoque, Nacui, Buriticá, el
valeroso Toné y, finalmente, Nabonuco, señor de la comarca donde hoy queda
Frontino. Nutibara reside en el valle de Guacá, y desde allí gobernaba toda la
región hoy comprendida por Medellín, Sabanalarga, Buriticá, Cañasgordas,
Frontino y otros municipios.
En el Cerro Nutibara, promontorio en el centro de la ciudad
de Medellín, existe una instalación turística conocida como El Pueblito Paisa,
en donde se levanta una escultura del monarca Nutibara - del maestro José
Horacio Betancur -, al lado de su compañera Nutabe, y un puma bajo su pie como
símbolo de arrojo.
Hay muchas más zonas y edificios llamados
"Nutibara" en la ciudad de Medellín, como la central y tradicional
Plazuela Nutibara, el Hotel Nutibara, el Cerro Nutibara, entre otros, además
del Salón Catío del Museo de Antioquia, tal es la profundidad del recuerdo, la
leyenda y aun el mito que este jefe indígena y su etnia aportaron a la
construcción y evolución de la cultura antioqueña (paisa).
Finalmente, llegó a haber discusiones en el Concejo de
Medellín para nombrar otro de sus cerros tutelares, hoy conocido como “El
Volador”, con el nombre del hermano de Nutibara, Quinunchú, de tal modo que el
cerro se llamase para la perpetuidad "Cerro Quinunchú”.
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