Introducción:
Yshyr
Otros nombres yshir,
isir, öshör, jeywo, chamacoco, chamakoko
Ubicación Paraguay
(Gran Chaco)
Idioma Yshyr
Religión mitología
tribal, cristianismo
Etnias relacionadas Zamuco
Asentamientos importantes
1.º Paraguay censo 2002
1571 hab.
2.º Brasil (Reserva Indígena Kadiwéu) Instituto Socio ambiental
(ISA) 1994
40 hab.
Los chamacocos, ybytosos o yshyr ("personas') según se denominan a sí mismos, escrito en algunos
textos iśir, ishiro, öshör, ïsïrï, también conocidos como jeywo, son un pueblo
indígena del Chaco Boreal que en Paraguay habita el departamento Alto Paraguay
junto a la costa del río Paraguay, junto con pequeños grupos que han emigrado a
otros departamentos, y en Brasil existe un pequeño grupo autóctono (40 en 1994)
en la Reserva Indígena Kadiwéu del estado de Mato Grosso del Sur.
Los tomárahos (autodenominados
yshyr tomáraho) son un subgrupo de los chamacocos que viven en la comunidad
Puerto María Elena-Pitiantuta del distrito Fuerte Olimpo. Hablan su propio
dialecto y se han diferenciado culturalmente de los yshyr ybytoso que forman el
grupo principal, por lo que la Dirección General de Estadística, Encuestas y
Censos (DGEEC) del Paraguay los clasifica como una etnia separada.
Historia:
Varios grupos yshyr vivían en el
Chaco en el siglo XIX, tanto en el interior del territorio, como asentados en
las orillas del río Paraguay. Los ybytosos (o ebitosos) durante siglos han
vivido a lo largo del río Paraguay; los tomárahos, habitaban el interior del
Gran Chaco y hasta la década de 1970 se creía que eran hostiles.
Durante la guerra del Chaco
(1932-1935), los yshyr ayudaron a los soldados paraguayos en la lucha contra
los bolivianos, pero cuando terminó la guerra, perdieron sus territorios y tuvieron
que negociar su supervivencia étnica con los colonos y nuevos terratenientes
paraguayos.
Los tomárahos sobrevivientes
vivían en esclavitud en el remoto campamento de San Carlos y estaban muriendo
de enfermedad, abandono y hambre.6 Al permanecer en el bosque, apartados de la
influencia de los paraguayos y los misioneros -al costo de la casi extinción-
los tomárahos fueron capaces de preservar una gran cantidad de sus mitos y
ceremonias tradicionales.
«Ahora nuestro territorio es el
de la empresa, vivimos allí, pero no es nuestra tierra, ya no pertenece a
nosotros y se ha convertido en un lugar enemigo que nos está matando. Antes
eramos valientes y fuertes, pero la convivencia con los paraguayos nos ha
domesticado». Testificó un hombre tomáraho que apenas sobrevivía, enfermo y
desnutrido, trabajando en los grandes latifundios madereros de explotación de
tanino conocidos como Campos de Carlos Casado.
El primer contacto de los
tomárahos con los ybytosos fue en 1981, cuando Bruno Barras y Guillermo Mallero,
yshyr de Fuerte Olimpo, se dirigieron a San Carlos para llevar a cabo el primer
Censo Indígena Nacional. Cuando Ticio Escobar visitó a los tomárahos en 1985
sumaban sólo 87 personas. Sin embargo, mientras que los ybytosos habían
abandonado sus rituales, como resultado de la influencia de los misioneros
evangélicos pertenecientes a la Misión Nuevas Tribus, los tomárahos todavía
practicaban la ceremonia de iniciación de los púberes y habían mantenido un
conocimiento detallado de los mitos y el chamanismo.
Estos grupos están hoy al borde
de la desaparición debido a la pobreza derivada de la transformación de su
hábitat, la degradación de los recursos naturales, y la presión de la expansión
de la actividad económica. Los jóvenes emigran hacia las ciudades de Paraguay y
Brasil, abandonando sus costumbres y muchas veces negando su origen para evitar
ser víctimas de discriminación.
En 2009, sólo tres comunidades de
ybytosos contaban con personería jurídica y tierra propia; la comunidad
tomáraho posee personería jurídica y tierras asignadas sin título de propiedad
(DGEEC, 2004) con un total de 25 828 hectáreas. Las poblaciones más numerosas
se encuentran en Puerto Diana y en Puerto Esperanza, la más pequeña en Puerto
Caballo.
Los yshyr subsisten precariamente
encontrando sustento en el cultivo de mandioca, batatas, frijoles, maíz,
calabaza y sandía. También cazan, pescan y
recolectan miel y palmas carandá, y
obtienen algún ingreso de la confección de artesanías para su venta.
Grupos de yshyr disidentes, conocidos
como «yacareceros», se dedican a la caza furtiva del yacaré, actividad
prohibida, «Contingentes de quince a veinte hombres que parten en canoas río
arriba, y se internan por los bañados del río Negro. Allí cazan durante un mes,
durmiendo en sus botes y expuestos a todos los peligros: los guardias
forestales brasileños, mayoría de ex convictos, les tiran a matar antes de
preguntar nada».
Cultura:
Lengua:
Su idioma, llamado Yshyr
ahwoso,10 pertenece a la familia lingüística zamuco, estudiada y descripta por
los jesuitas en el siglo XVIII, y comprende los dialectos tomáraho (o tomaraxa),
ybytoso (o ebitoso) y ório.
En 1930 se estimaba que unas 2000
personas hablaban alguna variedad del lenguaje. Las personas hablantes de las
variantes orio e ybytoso fueron estimadas en 800 en 1970, mientras que menos de
200 personas hablaban tomáraho en ese entonces.
Según la escritura introducida
por los jesuitas para el idioma guaraní, La Y indica la y gutural, o sexta
vocal del guaraní (equivalente a la ö de la notación fonética), mientras la sh
y la h expresan sonidos idénticos a los indicados por tales signos en el
inglés.
La inflexión verbal se basa en
los prefijos personales, sin tiempos verbales.12 Los sustantivos se pueden
dividir en posesible y no posesible. Los nombres posesibles se caracterizan por
una prefijación por la cual el nombre está de acuerdo con el poseedor o modificador
genitivo. El idioma presenta estructuras sintácticas para-hipotácticas.
El yshyr es considerada lengua en
peligro por la UNESCO y podría desaparecer en unas pocas generaciones, bajo la
presión de las lenguas culturalmente dominantes en la región, como el
castellano y guaraní.
Mitología:
Si bien los relatos de tomáraho e
ybytoso difieren en muchos aspectos, el «Gran Mito» yshyr puede resumirse de la
siguiente manera.
En ocasión de estar viajando por
la selva, un grupo de mujeres Yshyr se encontró con los ahnapzöro (o anapsoro),
dioses poderosos y terribles, de aspecto extraño, que no tenían facciones en el
rostro. Cada uno de ellos poseía caracteres peculiares diferentes, estaban
cubiertos de plumajes, pelos, o extraños colores. Los ahnapsoro convivieron
luego con los yshyr, y les enseñaron a cazar, a usar herramientas, y también
los iniciaron en sus ceremonias rituales.
Los ahnapzoro podrían ubicarse en una clase de
dioses entre dioses uranicos y dema reuniendo características de ambos.
Luego de un tiempo la convivencia
entre hombres y dioses se tornó difícil, haciendo crisis con la muerte de
algunos jóvenes en las durísimas ceremonias iniciáticas. Entonces Eshönewörta
(o Ashnuwerta), una de las principales ahnapzoro, les indicó a los yshyr la
vulnerabilidad de los ahnapzoro para que pudieran vencerlos golpeándolos en el
tobillo, ya que allí tenían la garganta.
De esta forma, los yshyr
exterminaron a los ahnapzöro, solamente uno sobrevivió a la masacre además de
Eshönewörta, el temible Nemur, el cual, al estar a punto de ser alcanzado en su
huida, tomó un caracol e hizo surgir de el una fuerte correntada que llenó el
cauce con gran estruendo, dando origen al actual río Paraguay y lanzando la
maldición de exterminar a los yshyr si abandonaban los rituales que les habían
enseñado.
En La maldición de Nemur reside,
precisamente, la función social del arte y el mito yshyr. Los hombres habían
descubierto la vulnerabilidad de sus dioses y se vengaban de ellos,
implacables. Nemur, el último ahnapsoro, logra escapar, pero antes sostiene
este diálogo con su perseguidor: «Podrás huir, pero tu destino es quedar para
siempre solo», dijo Syr parado sobre una orilla del río. «Tu pueblo es
numeroso», contesta Nemur desde la otra ribera, «pero queda para siempre
obligado a cumplir las palabras; de no hacerlo, las enfermedades, el hambre y
los enemigos irán acabándolo hasta que el último kytymáraha se extinga».
No hay comentarios:
Publicar un comentario