Introdución:
Los problemas continúan con los vecinos turcomanos sobre todo
con Karaman el principado turco más fuerte de Asia Menor que obligo al sultán a
combatir en el este. El resultado la anexión de estos dos estados hasta que el
este volvió a reclamar la atención de Bayazid.
Cuatro eran los príncipes que se disputaban el país, las
luchas eran fratricidas pero fue Mehmed 1413-1420 el ganador. Con este sultán y
sobre todo con Murad (1413-1451) el gobierno recupera la unidad, Murad II dio
prioridad a potenciar el comercio con los países europeos y firmo un tratado
con Venecia 1416. Además de esto Murad desarrollo el famoso sistema de
devsghime con el que recluta periódicamente a los mejores jóvenes cristianos de
las provincias de los Balcanes para convertirlos al islán y para que presten
servicio por vida ala imperio.
Mehmed murió envenenado por su médico Yakup Paşa, que
llevaba trabajando para los venecianos bastante tiempo y que fue linchado por
los jenízaros. Para evitar una situación de enfrentamiento entre los dos hijos
de Mehmed, el sadrazam les envió mensajes comunicándoles que quien llegara
primero sería el sultán. Su enemigo, Ishak Paşa, mató al mensajero de Cem, el
favorito de todos, por lo que Beyazid se hizo con el trono. El sadrazam fue
linchado e Ishak Paşa nombrado nuevo gran visir. Los jenízaros también
saquearon la ciudad entera aprovechándose del poder adquirido, pues cada vez
eran más incontrolables.
Beyazid tuvo ocho hijos, y la lucha por la sucesión se hacía
cada día más latente. Quiso engañar a sus hijos para matar a todos menos uno,
pero tres de ellos no se dejaron engañar. Efectivamente, se desató al final una
lucha por la sucesión. Obligado por los jenízaros, tuvo que ceder a que su hijo
Selim fuera su sucesor, y enfrentarse a éste ante sus exigencias para que
abdicase en su favor. El otro candidato, Ahmed, se casó con una hija del Sha de
Persia. Beyazid se vio obligado a ceder el trono a Selim I en 1512 a causa del
levantamiento de los jenízaros.
Como habéis leído en la primera parte he intentado hacerla
amena, espero que ella haya sido de vuestro agrado. En esta última parte
desgranare como han sido las luchas internas y la consolidación de la unidad,
el imperio tras la caída de Constamplinopa. Organización, y su decadencia (como
en todas las culturas), y el principado Húngaro de Transilvania, y unos
pequeños renglones de la economía, e interacción con Europa.
Luchas interna:
Talerman entrando al palacio para dirigirse a Beyazid |
Muchas zonas conquistadas quisieron liberarse del poder
Otomano pero el sultán reconquisto lo perdido y siguió hacia adelante irrumpieron en Estiria, ocuparon Grecia, y en 1397
llevaron a cabo la conquista de Atenas, Se dirijen al este pero se encuentran
con un enemigo mas fuerte que ellos Tamerion : 1402 los mongoles les gana la
batalla de Ankara que supone para los otomanos el hundimiento de la hegemonía
en Asia Menor, once años duro la crisis. Ni talermon ni sus sucesores impusieron
dominio alguno duradero y el panorama quedo abierto para las luchas de poder
entre los miembros de la familia otomana y los señores territoriales.
El sultan Mehemed II |
Murad firma dos tratados de paz y cede el trono
voluntariamente a su hijo Mehmed de cuya juventud trataron de aprovecharse sus
enemigos. Queriendo sacar partido de la situación se hizo una llamada a una
cruzada para expulsar a los otomanos de Europa; parecía que lo iban a conseguir
pero Mehmed cede el trono a su padre que con sus ejércitos logro una aplastante
victoria en la batalla de Verna. Tras esto el imperio establece un control directo
sobre Macedonia, Tracia, Bulgaria y gran parte de Grecia.
Enfrentamientos con el
reino de Hungría:
Las amenazas se multiplicaban, y a su vecino Karaman se unió
la expansión mongola de Tamerlán. Los turcos otomanos continuaron avanzando
hacia los territorios europeos, poniendo en alerta a la potencia medieval del
Reino de Hungría. De esta forma, el rey Luis I de Hungría el Grande condujo en
1375 una batalla en el Principado de Valaquia. La situación política entre los
valacos y los húngaros enfrentados a los turcos otomanos generaron ciertos
conflictos entre ambos, lo cual creó una situación donde apenas se logró
contener las invasiones sin expulsar a los turcos de la zona.
Después de la muerte del rey Luis I, sucedió un corto
periodo de inestabilidad política, hasta que el rey Segismundo de Hungría subió
al trono. De inmediato la amenaza otomana fue tomada en serio por el rey
húngaro y los demás duques y Príncipes de los Estados satélites de Hungría, por
lo que se formó la coalición de los Estados eslavos del sur, dirigida por
Segismundo. Fue en la decisiva batalla de Kosovo (1389) cuando la victoria
otomana permitió realizar nuevas conquistas al sur del Danubio, acabando con la
última defensa organizada en el área de los Balcanes y dejando a Hungría como
único oponente serio en el sudeste de Europa. En esta batalla, un preso serbio
asesinó a Murad I (el único sultán asesinado en una batalla), y le sucedió su
hijo Beyazid I (1389-1402), afianzándose en la victoria. Para evitar posibles
luchas por el trono, fue éste el primer sultán que mató a todos sus hermanos,
práctica común a partir de este momento y que institucionalizaría el sultán
Mehmed II. Los esfuerzos de Beyazid se encaminaron a conquistar el oeste de
Asia Menor, lo que consiguió en 1390.
En 1396, los ejércitos otomanos de Beyazid I vencieron a las
fuerzas cruzadas de Segismundo de Hungría en la batalla de Nicópolis (1396). Al
poco tiempo, los nobles húngaros aún descontentos se alzaron contra Segismundo
en 1401 y en 1403, siendo derrotados en ambas ocasiones. Tras vencerlos,
Segismundo continuó en el poder durante los cuarenta años siguientes sin
ninguna clase de obstáculo sucesorio, conteniendo los ataques turcos otomanos,
que ya realizaban incursiones en territorio magiar.
De esta forma, el Reino de Hungría siguió conteniendo los
embates del expansivo imperio otomano. En 1408, el rey húngaro Segismundo fundó
entonces la Orden del Dragón, la cual continuó alentando el espíritu de
conservación del Cristianismo y la independencia de los territorios europeos. A
esta orden pertenecieron, entre otros nobles, el Príncipe Vlad II Dracul de
Valaquia (actual Rumanía), quien fue el padre del conocido sanguinario Vlad
III, del cual posteriormente surgió el personaje de Bram Stoker, Drácula. Los
otomanos siguieron avanzando hacia Europa y en 1427 atacaron y ocuparon la
fortaleza de Galambóc a orillas del Danubio al sur-oeste del reino de Hungría.
Las tropas otomanas parecían indetenibles, a pesar de que el
rey húngaro y polaco Vladislao II organizó una armada y partió con ella hacia
el este en 1444. Los ejércitos del sultán Murad II salieron victoriosos en la
batalla de Varna, en la cual también murió el rey cristiano. Tras la muerte de
Vladislao I, al no dejar herederos, el trono le correspondía al joven príncipe
Ladislao V, hijo del fallecido rey húngaro Alberto de Habsburgo, quien había
gobernado antes del mártir de Varna. Puesto que Ladislao era muy joven para
gobernar, los nobles húngaros escogieron de inmediato a un conde que había sido
comandante de los ejércitos húngaros en las anteriores batallas contra los
turcos: Juan Hunyadi.
Hunyadi prosiguió la lucha contra los turcos otomanos y
alcanzó la victoria en el Sitio de Belgrado (1456), siendo esta la primera gran
batalla ganada por los europeos cristianos contra los turcos. En honor a esta
proeza, el Papa Calixto III ordenó que se instituyese un toque de campanas del
mediodía para honrar la victoria húngara. De esta manera, Hungría recibió el
título de "Último Bastión del Cristianismo en Europa", por el cual
fue conocido durante toda la época del Renacimiento. Tras la muerte de Juan
Hunyadi, y al estar vacante el trono húngaro, su hijo menor fue elegido rey por
los nobles, y de esta forma, Matías Corvino fue coronado en 1458. El rey Matías
Corvino mantuvo una política expansionista en Europa, y durante su reinado
logró igualmente contener los ejércitos otomanos.
El imperio tras la caída de Constantinopla:
Batalla de Viena el sultan Murad con jenizares |
Le sucedió su hijo Beyazid II (1481-1512), cuyo periodo
puede considerarse como un tiempo de sosiego para el Imperio, en el cual se
consolidaron las acciones de Mehmed y se resolvieron las reacciones económicas
y sociales que su política interna había causado. Las relaciones con el
exterior se caracterizaron por la prudencia, debido sobre todo a los problemas
internos que había dejado su padre. Además tuvo que enfrentarse a la revuelta
promovida por su hermano, Cem Sultán, que se instaló en la ciudad de Bursa y se
proclamó padişah. Con un aumento de sueldo logró el apoyo de los jenízaros,
pero fue derrotado en una batalla contra su hermano y tuvo que retirarse a
Egipto. El segundo intento no le fue mejor, por lo que decidió quedarse en
Rodas (1495).
La primera decisión de Beyazid fue anular la reforma
agrícola que había realizado su padre, devolviendo tierras a sus antiguos
dueños, terratenientes y sobre todo religiosos. Una vez hecho esto, eliminó a
los altos cargos del devşhirme para crear un equilibrio entre éstos y la
aristocracia turca, cosa que consiguió y mantuvo hasta su muerte. Reorganizó la
estructura fiscal y estableció un nuevo sistema de impuestos, más llevadero
para los súbditos. Bajo la influencia de los ulemas, Bayezid luchó contra las
tendencias europeizantes y se adhirió al islam ortodoxo, en lucha contra la
proliferación del chiismo. Se le considera un integrista ortodoxo y, aun así,
permitió la afluencia masiva de los judíos expulsados de España y de otras
partes de Europa.
Batalla lepanto |
Decadencia:
Como en todas las culturas y civilizaciones después de
tantas y tantas batallas por el poder siempre hay una decadencia esta no iba a
ser una excepción ella comienza después de la muerte de Saliman el magnífico en
1566. Este restauro bajo su reinado el, poder del gran visir y fue generoso con
los jerizares permitiéndoles casarse. Desarrolla una considerable actividad
legisladora que se centra en la organización del ejército , el feudalismo militar,
la propiedad territorial, y el sistema tributario lleva a cabo varias campañas
militares, las más famosas el primer sitio a Viena que fracasa, sin embargo el
recto del territorio se hará bajo control otomano sin importarles que la incursión
en Viena hubiese fracasado.
A lo largo de su reinado y los posteriores siglos de guerras
contra el Sacro Imperio Romano Germánico, los turcos siempre utilizarían el
idioma húngaro como instrumento comunicativo y negociador con los germanos,
aunque en la propia Viena no fuese una lengua conocida. Los pachá turcos y el
propio sultán harán escribir cartas, misivas y comunicados a los cristianos en
húngaro, puesto que los otomanos no dominaban el idioma latín.1
Durante su reinado, el Estado otomano alcanzó su máximo
grado de desarrollo civil. Reunió la legislación en el Kanunname y concedió las
Capitulaciones a Francia en 1535, lo que se considera una de las causas de la
decadencia otomana posterior. Asimismo, le concedió mucha importancia a las
artes y embelleció considerablemente Estambul. A partir de aquí, una serie de
gobernantes ineptos hicieron florecer las intrigas de palacio, hasta que la
acción combinada del sultán Murad IV (o Amurates IV) y de la Casa de Koprulu
motivó una intensa reforma administrativa. Sin embargo, el Imperio otomano
sufrió un serio revés cuando comprometió todos sus recursos en un nuevo asalto
a Viena, que fracasó en 1683 gracias a la ayuda de un ejército compuesto por la
mayoría de los países europeos, excepto Francia, comandado por el rey polaco
Jan Sobieski, que reforzaron la tenaz resistencia de los austriacos cuando ya
no podían soportar más, agotados y hambrientos.
El Estado otomano era una máquina militar conducida entre
1300 y 1566 por una serie de diez monarcas fuera de lo común. La gran habilidad
y la fuerza demostrada por los sultanes a partir de Osman (m. 1326) a Suleymán
(m. 1566) son el resultado de dos tradiciones: dar a los jóvenes príncipes
otomanos responsabilidades y permitir la sucesión de acuerdo con el principio
de «la supervivencia del más fuerte». Igualmente notable es la serie de
monarcas incompetentes que acompañaron y contribuyeron al gradual declive del
Imperio otomano. La ascensión de estos monarcas incompetentes, frecuentes
durante el siglo XVI, se atribuye al cambio de estas dos tradiciones. Después
de Ahmed I (m. 1617) no se les volvió a dar a los príncipes puestos de
responsabilidad; por el contrario, fueron confinados en el harén, a la sombra
de los lujos y la soledad más que de la experiencia y el reto. Al mismo tiempo
se abandonó la costumbre del fratricidio y el principio de la «supervivencia
del más fuerte» se cambió por el de que el sucesor era el miembro varón de más
edad de la familia real otomana, el que salía vencedor de las maniobras del
devşirme y el harén.
El Principado húngaro de Transilvania como vasallo del
Imperio otomano:
Después de que el sultán Solimán el Magnífico derrotase a
los húngaros en 1526 en la batalla de Mohács, dando muerte al rey Luis II de
Hungría, ante el trono vacío, pronto surgieron varios pretendientes. El
príncipe germánico Fernando I de Habsburgo y el conde húngaro Juan Szapolyai,
voivoda de Transilvania, se hicieron coronar como reyes húngaros de inmediato
después de la derrota ante los turcos, convirtiéndose en anti-reyes. Pronto
pactaron en secreto en 1538, donde acordaron que tras la muerte de Juan
Szapolyai (quien no tenía hijos herederos), el trono pasaría a manos de
Fernando I. Sin embargo, en 1540, pocos días antes de que muriera el voivoda
transilvano, su esposa dio a luz a un hijo varón: Juan Segismundo Szapolyai.
Juan Szapolyai hizo coronar inmediatamente a su hijo violando el acuerdo con Fernando
I, y generando caos, y que el sultán otomano se enterase de dicho convenio
secreto.
Considerando a los húngaros personas no dignas de confianza,
el sultán movilizó sus ejércitos y en 1541 tomó la ciudad capital húngara de
Buda. Pronto el reino se dividió en tres partes: una en el oeste bajo el
control germánico de Fernando I, una central bajo dominio del propio sultán y
una oriental en la figura de la región transilvana. Juan Segismundo Szapolyai
fue criado por su madre mientras alcanzaba la mayoría de edad, y de esta forma
se firmó en 1570 el acuerdo de Espira entre el emperador Maximiliano II de
Habsburgo y el voivoda transilvano, quien obtuvo el título de Príncipe de
Transilvania. De esta manera, la región de Transilvania se convirtió entonces en
un Estado independiente conocido como el Principado de Transilvania, en
situación de vasallaje ante el imperio otomano.
A lo largo del próximo siglo y medio, se sucederían una
serie de nobles húngaros que serían elegidos Príncipes de Transilvania, siempre
actuando según el sultán lo ordenaba (igualmente el sultán era el que decidía
qué noble húngaro era el más apropiado para ocupar el cargo). Sin embargo, los
húngaros se aliaron con el Sacro Imperio Romano Germánico durante la Guerra de
los Quince Años contra los turcos, recuperando incontables ciudades que se
hallaban bajo control otomano. Después del fracaso de la guerra, los húngaros
de Transilvania continuaron como vasallos de los turcos, intensificándose la
presencia otomana en el Principado.
Durante los gobiernos posteriores de los Príncipes
transilvanos Esteban Bocskai (1605-1606) y Gabriel Bethlen (1613-1629) se
produjeron varios alzamientos contra los Habsburgo con el fin de recuperar
todos los territorios húngaros y reunificar el reino, bajo la tutela del
Principado Transilvano y como vasallo de los otomanos. Desde luego, la
repentina muerte de ambos monarcas hizo fracasar tales empresas, y Hungría
continuó dividida en tres partes.
Economía e interacción con Europa:
Entre las muchas causas de la crisis otomana, figura
igualmente el desarrollo económico exterior. Durante el periodo entre 1300 y
1566, el Imperio otomano no era tan sólo poderoso, sino también próspero, como
lo prueba el superávit anual que se producía en sus arcas. El Imperio era más o
menos económicamente autosuficiente, producía alimentos aparentemente
ilimitados y materia prima en abundancia que los artesanos autóctonos usaban en
la elaboración de productos para el consumo propio y la exportación. Gracias al
control que mantenía el Imperio en tres continentes y varios mares, se obtenían
asimismo ingresos considerables del transporte, sobre todo en la ruta de las
especias y la seda, desde el noroeste atravesando Oriente Medio hasta el sur de
Asia. El declive económico del Imperio otomano después de 1566 era, al
principio, solo relativo comparado con lo que estaba ocurriendo en el oeste de
Europa, donde se produjo una revolución industrial y comercial entre los siglos
XV y XVIII que transformó la economía feudal europea, haciendo que los
anticuados gremios desaparecieran de Europa.
Como casi todas las zonas en desarrollo del medievo, el
Imperio otomano no experimentó esta revolución. Por el contrario, sus
instituciones industriales y comerciales no se movieron más allá de sus
técnicas manuales y la organización gremial, por lo que no podían competir con
las exportaciones europeas. Aunque pintoresco, los trabajos tradicionales y los
bazares se probaron cada vez más arcaicos e ineficientes, en comparación con
las fábricas modernas y las compañías comerciales.
Con el paso del tiempo, el capitalismo dinámico de Occidente
no sólo hacía parecer más atrasada a la economía, sino que realmente la
transformó y la debilitó. La firma del tratado de las Capitulaciones, hecha por
Suleyman en 1535, dio a los franceses el derecho de comerciar sin trabas dentro
de los dominios otomanos. Aunque este tratado no se hizo desde una posición de
debilidad, ésta se fraguó en el siglo siguiente, cuando el Imperio otomano se encontró
en una posición inferior con relación a la Europa occidental. Además, una
inflación en rápido aumento, que se inició en Europa con el flujo de metales
preciosos provenientes de América, trastornó la economía del Imperio.
Posteriormente, las factorías occidentales introducían sus productos fabricados
en masa a los territorios otomanos, dejando sin vender su propia producción
artesanal e iniciando el proceso que arruinaría la economía otomana desde 1750
hasta 1850 y que casi destruyó por completo las manufacturas, sobre todo las
textiles. El Imperio otomano era incapaz de seguir el ritmo de crecimiento
económico ni de enfrentarse con la alta inflación europea.
Entre las muchas causas de la crisis otomana, figura
igualmente el desarrollo económico exterior. Durante el periodo entre 1300 y
1566, el Imperio otomano no era tan sólo poderoso, sino también próspero, como
lo prueba el superávit anual que se producía en sus arcas. El Imperio era más o
menos económicamente autosuficiente, producía alimentos aparentemente
ilimitados y materia prima en abundancia que los artesanos autóctonos usaban en
la elaboración de productos para el consumo propio y la exportación. Gracias al
control que mantenía el Imperio en tres continentes y varios mares, se obtenían
asimismo ingresos considerables del transporte, sobre todo en la ruta de las
especias y la seda, desde el noroeste atravesando Oriente Medio hasta el sur de
Asia. El declive económico del Imperio otomano después de 1566 era, al
principio, solo relativo comparado con lo que estaba ocurriendo en el oeste de
Europa, donde se produjo una revolución industrial y comercial entre los siglos
XV y XVIII que transformó la economía feudal europea, haciendo que los
anticuados gremios desaparecieran de Europa.
Como casi todas las zonas en desarrollo del medievo, el
Imperio otomano no experimentó esta revolución. Por el contrario, sus
instituciones industriales y comerciales no se movieron más allá de sus
técnicas manuales y la organización gremial, por lo que no podían competir con
las exportaciones europeas. Aunque pintoresco, los trabajos tradicionales y los
bazares se probaron cada vez más arcaicos e ineficientes, en comparación con
las fábricas modernas y las compañías comerciales.
Con el paso del tiempo, el capitalismo dinámico de Occidente
no sólo hacía parecer más atrasada a la economía, sino que realmente la
transformó y la debilitó. La firma del tratado de las Capitulaciones, hecha por
Suleyman en 1535, dio a los franceses el derecho de comerciar sin trabas dentro
de los dominios otomanos. Aunque este tratado no se hizo desde una posición de
debilidad, ésta se fraguó en el siglo siguiente, cuando el Imperio otomano se
encontró en una posición inferior con relación a la Europa occidental. Además,
una inflación en rápido aumento, que se inició en Europa con el flujo de
metales preciosos provenientes de América, trastornó la economía del Imperio.
Posteriormente, las factorías occidentales introducían sus productos fabricados
en masa a los territorios otomanos, dejando sin vender su propia producción
artesanal e iniciando el proceso que arruinaría la economía otomana desde 1750
hasta 1850 y que casi destruyó por completo las manufacturas, sobre todo las
textiles. El Imperio otomano era incapaz de seguir el ritmo de crecimiento económico
ni de enfrentarse con la alta inflación europea.
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