Introducción:
Herodes I el Grande:
Herodes (en hebreo הוֹרְדוֹס Hordos), más conocido
como Herodes el Grande (en griego Μέγας ἡρῴδης) o Herodes I (Ascalón, 73 a. C.
– Jerusalén, 4 a. C.), fue rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea desde el 40
a. C. hasta su muerte, en calidad de vasallo de Roma.
Bajo su gobierno se incrementó el
desarrollo del comercio y de la agricultura y se llevó a la práctica un plan de
construcciones de importancia. Edificó la fortaleza Antonia, un palacio real,
un anfiteatro, un teatro y un hipódromo. En el año 20 a. C. reemprendió la
construcción del templo de Jerusalén. Fundó y cambió el formato de varias
ciudades siguiendo la línea helenística-romana: entre sus creaciones
urbanísticas destacan Sebaste (Sebastia) y Cesarea Marítima.
Su reinado se compuso de hazañas
criminales, muchas de ellas descritas por el historiador judío Josefo
(Antigüedades judías, 15.3, 3 § 53-56): apenas conquistó Jerusalén y se instaló
allí como rey, ordenó matar a cuarenta y cinco partidarios de Antígono, su
contendiente; mató además a su cuñado Aristóbulo, a los dos esposos de su
hermana Salomé, a su propia suegra Alejandra, a su mujer Marianne, a sus hijos
Alejandro y Aristóbulo.
Conocedor del terror y hostilidad que su persona
despertaba, llegó a ordenar que, cuando él muriera, pasaran por las armas a
incontables judíos ilustres que previamente habían sido concentrados en el
hipódromo de Jericó, con el solo fin de evitar la alegría del pueblo en el
momento de su muerte.
Herodes Arquelao I |
Con todo, su figura es más conocida por el relato de la
Matanza de los Inocentes, solamente narrado por el Evangelio de Mateo
(2:16-18). La ausencia de mención de este relato por parte de otras fuentes
canónicas o profanas suscitó debates sobre la historicidad del incidente1 2
que, sin embargo, tornó la figura de Herodes en el prototipo de los opresores,
que no dudan en cometer crímenes —incluso el asesinato múltiple de víctimas
indefensas— por miedo a perder el poder.
Biografía:
Herodes I el Grande fue un gran
político, militar y constructor. Si bien su linaje era idumeo, su pensamiento,
educación y cosmogonía eran claramente griegas, por lo cual podríamos
calificarlo más como un rey extranjero que gobernó a Judea durante y a nombre
del poder romano. Siempre tuvo este sino sobre él, pues el pueblo nunca lo
consideró judío debido a su origen idumeo.
Así, fue nombrado en el año 47 a.
C. procurador de Judea por Julio César. Herodes se ganó la confianza de los
romanos, obteniendo su apoyo para derrocar a la estirpe judía de los asmoneos.
En el año 40 a. C. consiguió de Marco Antonio, triunviro de Roma y poseedor de
la parte oriental del Imperio romano, el título de rey de Judea.
Se casó en el 38 a. C. con
Mariamna, hija de Alejandro, hijo a su vez de Aristóbulo II, de la estirpe de
los asmoneos. Herodes era enemigo de la familia asmonea que había reinado hasta
ese momento en Judea. En sus luchas para la conquista de Jerusalén, y con el
apoyo romano en Siria, logró que en el año 37 a. C. fuera degollado Antígono
II, hijo de Aristóbulo II. Eliminaba así al más directo aspirante a arrebatarle
el título de rey.
Intentó mejorar sin éxito su
imagen ante el pueblo judío. Realizó una política de mejoras, entre las que
destacaba la reconstrucción del Templo de Jerusalén, iniciada en el 22 a. C., o
la fundación de la ciudad de Cesarea, una ciudad portuaria de carácter
occidental construida en honor al dueño del Imperio tras la batalla de Accio,
Cayo Julio César Octavio Augusto (Gaius Iulius Caesar Octavius Augustus). Fue
un gobernante eficaz que impulsó el comercio y la economía de su pueblo. En
época de hambruna (25 a. C.), se deshizo de gran parte de la riqueza de sus
palacios para comprar trigo a Egipto.
Hizo ejecutar a toda la familia
rival derrocada, incluyendo al abuelo (Aristóbulo II) y al hermano (Aristóbulo
III, sumo sacerdote ahogado en unos baños) de Mariamna, su mujer. También a
ella la mandó ejecutar en 29 a. C., y un año después a la madre de Mariamna.
Asimismo eliminó a dos de sus propios hijos (Aristóbulo y Alejandro),
atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro
hijo, Antípater, a quien también ejecutó años más tarde por intentar
envenenarle.
Herodes tuvo muchos hijos de sus
diez esposas. Aunque designó sucesor a su hijo Arquelao, a su muerte, el
emperador Augusto repartió el reino entre tres de sus hijos:
Herodes Arquelao: Etnarca de Judea, Samaria
e Idumea.
Herodes Antipas: Tetrarca de Galilea y
Perea.
Herodes Filipo: Tetrarca de Batanea,
Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.
Murió en
Jerusalén hacia el 12 o 13 de marzo de 4 a. C. (entre la Pascua y el eclipse de
luna).
Herodes en el Evangelio de San Mateo:
Una voz se oyó en Ramá,
un llanto y un gran lamento:
Raquel llorando a sus hijos.
Y no quería consolarse porque ya no
existen.
En la tradición cristiana,
Herodes el Grande aparece como protagonista de un pasaje del Evangelio de San
Mateo Mateo 2:16-18 16: Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos,
se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había
en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de
los magos. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías,
cuando dijo.
Voz fue oída en Ramá,Grande lamentación, lloro y gemido;Raquel
que llora a sus hijos,Y no quiso ser consolada, porque perecieron.
en el que
manda asesinar a todos los niños menores de 2 años después de que los Magos de
Oriente no le dijeran el lugar del nacimiento del «Rey de los judíos», tras
indagar con los escribas y sacerdotes del Templo de Jerusalén que señalan a
Belén, el pueblo del rey David, como lugar del nacimiento del Mesías. La
narración termina contando la huida de María, José y el niño a Egipto, donde
permanecieron hasta la muerte de Herodes.
La narración se encuadra
cronológicamente en fechas poco anteriores a la muerte de Herodes, dato que
sirvió al cronista Dionisio el Exiguo para calcular el nacimiento de Cristo y
el comienzo de la era cristiana, base del actual calendario gregoriano que
adolece de la imprecisión de esa fecha concreta.
Ningún historiador de esos
tiempos hace mención al hecho, por lo que parece más probable que sea un relato
ficticio con fines catequéticos, junto con el de la adoración de los magos,
aprovechando la imagen de sanguinario que tenía Herodes entre el pueblo
judío.
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