Introducción:
Los guarijíos son un grupo
indígena de México, que actualmente habita en la Sierra Madre Occidental entre
los estados de Sonora (municipios de Álamos y Quiriego) y Chihuahua. También
son conocidos como macurawe, su endomino.
Referencias históricas:
Las primeras referencias datan de
la evangelización de la región por los misioneros jesuitas españoles hacia
1620, los cuales iniciaron el contacto con los chínipas, gradualmente atrayendo
también a los ‘‘guarijíos’’, (nombrados también varohíos). La cultura guarijía
aparece siempre en relación con la de los Tarahumaras y cáhitas (taracáhitas),
etnias cuyos elementos constantemente se perciben en su cultura, tradiciones y
modos de vivir. Y también son perceptibles ciertas influencias de los mayos.
Son pocos los restos arqueológicos que han sido localizados en la región (que
además no necesariamente son de sus antepasados). Existen algunas pinturas
rupestres, mismas que los ‘‘makurawe’’ atribuyen al tiempo en que los
antepasados vivían en algunas cuevas, como La Mesa del Matapaco. De épocas más
recientes son pinturas como El Cura.1 Por sus elementos lingüísticos se les ha
caracterizado como descendientes de los mogollón, pero aún hoy 2012, las
investigaciones no permiten extraer conclusiones definitivas de tal filiación.
Cosmogonía:
La cosmovisión guarijía se
compone de mitos y creencias que se derivan, en su mayoría de las culturas
tarahumara y mayo. En su tradición oral destacan algunos cantos como el de la
tugurada. Una de sus leyendas narra que una pareja de gigantes se comía a los
niños, así para deshacerse de ellos, los invitaron a comer, les dieron
chilicotes, y así murieron. La leyenda de la wajura del río Mayo relata que una
gran serpiente formaba un remolino en el río y jalaba a la gente hasta el
fondo. Se pidió ayuda a los maynates (cantores), quienes lucharon contra la
serpiente y la vencieron. Su religión combina elementos prehispánicos con
católicos.
Rebelión de 1632:
En 1632 se inició el
levantamiento de los chínipas, guarijíos y guazapares, descontentos con la
presencia española y la labor de los misioneros; la muerte de dos de ellos dio
lugar a una fuerte represión por parte de las autoridades de la Nueva España hacia
todos los indios de la región, desplazándose los guarijíos hacia lo que hoy es
el Estado de Chihuahua. Según referencias históricas de diversos
investigadores, con el paso del tiempo una parte de los guarijíos regresó a sus
territorios originales, mientras que la otra prefirió quedarse en aquella parte
de la sierra.1 los guarijos tenían 200 años de agricultura.
Esta división del grupo guarijío
en dos grandes núcleos: los guarijíos de Chihuahua, lingüísticamente más
emparentados con la lengua tarahumara, y los de Sonora con mayor relación con
el cahíta, representada por los mayos.1 Después de aquel suceso histórico, son
escasas y vagas las referencias de la presencia de los guarijíos en la región.
Por un lado, el hecho de que fueron desplazados hacia lugares más aislados,
junto con el importante desarrollo que tuvo la región con la industria minera y
ganadera, que dio forma a la ciudad de Álamos, convirtiéndose en un importante
centro mercantil, dio como resultado que la presencia de los guarijíos se
diluyera y en muchos de los casos se les confundiera con indios Mayos.
Referencias posteriores:
El desarrollo de la ciudad de
Álamos causó que no regresaran a sus tierras originales, ocupadas ya por los
mestizos, lo que causó que se aislaran y no se integraran al proceso de
mestizaje. Al no reconocérseles una identidad precisa se creó un espacio que les
permitió mantener su sentido de grupo, identidad cultural que los mantiene
unidos. Desde mediados del siglo XIX, la historia de los guarijíos se relaciona
con la de la familia Enríquez, que se asentó en el territorio a través de
fincas o haciendas, lo que "convirtió a los indígenas en peones
acasillados". Esta situación continuó después de la revolución mexicana
prolongándose prácticamente hasta mediados de los 1970.1 En la historia
reciente de los guarijíos confluyen tres grandes elementos fundamentales en la
transformación de este grupo: la recuperación de su territorio y de su
identidad.
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