Introducción:
Los kekchí (según la ortografía actual), q'eqchi' (según la
ortografía antigua) o quekchí son uno de los pueblos mayas de Guatemala y
Belice.
Persona Q’eqchi’: individuo de la etnia maya Q’eqchi’ que
reconoce la integralidad del ser humano con el cosmos. Para los y las
q’eqchi’es, ésta forma de ver el mundo incluye la relación inseparable de los
aspectos racionales y espirituales de las prácticas agrícolas con la madre
tierra, asi con los y las TzuulTaaq’a (dioses y diosas del cerro) mediante la
práctica del Mayejak.
Historia:
Antes de que los conquistadores españoles invadieran
Guatemala en la década de 1520, los kekchíes se habían establecido en lo que
ahora son los departamentos de Alta Verapaz y Baja Verapaz. A medida que
pasaron los siglos hubo una época de desplazamientos de tierras,
reasentamientos, persecuciones y migraciones, y dio lugar a una población más
amplia de la comunidad kekchí en otras regiones de Guatemala (Izabal, Petén y
Quiché), el sur de Belice (distrito de Toledo), y un número menor en El
Salvador, Honduras y el sur de México (Chiapas y Campeche).
La masacre:
La masacre de Panzós fue un ametrallamiento de indígenas
mayas kekchís llevado a cabo el 29 de mayo de 1978 por miembros del Ejército de
Guatemala, durante el gobierno del presidente Kjell Eugenio Laugerud García
(1974-1978) en la localidad de Panzós, Alta Verapaz, en el valle del Río
Polochic, parte de la Franja Transversal del Norte. Fueron asesinados 53
indígenas (entre hombres, mujeres y niños), y 47 quedaron heridos luego de que
una masiva protesta de campesinos del valle del Polochic convocada en Panzós
degenerara en violencia. Casi todos los restos fueron enterrados en una fosa
común con un tractor, en un intento de «desaparecerlos». En los días
siguientes, varias decenas de cadáveres fueron vistos en distintas poblaciones
a lo largo del río Polochic.
El 29 de mayo de 1978, hacia las ocho de la mañana, la
población maya kekchí fue llegando a la plaza hasta que se llenó.Nota El
alcalde y los funcionarios municipales se encontraban dentro de la sede
comunal, reunidos a puerta cerrada. Varios miembros del Ejército armados,
algunos con ametralladoras, se encontraban en la puerta y también había
francotiradores en el techo de la iglesia (el punto más alto de la aldea).
Alrededor de las nueve de la mañana los campesinos
solicitaron hablar con el alcalde sobre sus problemas de tierras. El alcalde
accedió a hablar, pero sólo con cuatro representantes del grupo. Sin embargo,
debido al tumulto la reunión no se pudo realizar. Según una persona que
estuvo en la plaza, un militar afirmó: «Si tierras quieren, la van a tener...
pero en el camposanto» y acusó a los campesinos de estar «orientados por la
guerrilla».
Hay distintas versiones sobre cómo se inició el tiroteo.
Unos afirman que comenzó cuando «Mamá Maquín» empujó a un soldado que le
impedía el paso; otros sostienen que se produjo debido a que la gente empujaba
tratando de entrar en la municipalidad, lo que fue interpretado por los
soldados como una agresión. Un testigo afirma que uno de los
manifestantes le quitó el arma a un soldado pero que no la usó, por no saber
hacerlo. Varias declarantes sostienen que un militar gritó: «¡Uno, dos, tres,
fuego!». En efecto, el teniente que dirigía a la tropa dio las órdenes para
disparar contra la gente reunida.
Los disparos, que sonaron durante unos cinco minutos, fueron
hechos por las armas de reglamento que portaban los militares, así como las
tres metralletas ubicadas a las orillas de la plaza.Varios campesinos
hirieron con machetes a varios soldados. Ningún soldado fue herido por arma de
fuego. La plaza quedó cubierta de sangre.
De inmediato, el Ejército cerró las principales calles de
acceso, Un helicóptero del Ejército sobrevoló el pueblo antes de recoger a los
soldados heridos.
Un estudiante de Medicina, que realizaba su práctica profesional
(EPS) y una trabajadora del centro de salud acudieron para recoger a los
heridos. El centro de salud fue rodeado por los soldados. Con mucho esfuerzo y
superando diversos obstáculos consiguieron atender a los heridos. «Ese día se
estaba trabajando duro, hasta las cinco de la mañana por mala suerte hubo
un derrumbe y no pasaba la ambulancia desde Cobán, tres pick-ups llevaron a los
heridos al Estor; la ambulancia no alcanzaba». Un vecino del pueblo ayudó con
las medicinas de su farmacia y también colaboró en la atención a los heridos.
Después de la masacre, los militares prohibieron entrar a la
plaza. En la tarde, autoridades municipales ordenaron levantar los cadáveres.
Miembros del Ejército los metieron en el recipiente trasero de un camión azul
de la municipalidad. Los llevaron a un lugar cercano al cementerio público y,
con un tractor ―posiblemente de propiedad del terrateniente Flavio Monzón―,1
cavaron un hoyo, donde colocaron los cuerpos. De este modo enterraron a 34
personas. Al día siguiente algunos campesinos fueron obligados por el jefe de
la Policía Municipal, a inhumar el cuerpo de una persona que murió en el centro
de salud.
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