Introducción:
Reconstrucción de una dalca en el museo de Dalcahue, Chiloé, Chile. |
Ubicación islas y canales entre el sur del archipiélago de Chiloé y
la península de Taitao en la zona austral de Chile
Población total 0
Idioma idioma chono
Chonos es el nombre genérico que
se usa para designar a los grupos indígenas nómadas que habitaron las islas y
canales entre el sur del archipiélago de Chiloé y la península de Taitao en la
zona austral de Chile, desde tiempos prehistóricos hasta fines del siglo XVIII
o épocas más recientes. Eran nómadas y su principal actividad era la caza del
lobo marino, la pesca, realizada por los hombres, y la recolección de algas y
mariscos, realizada por las mujeres; también criaban perros y con su pelo
tejían toscos paños. Existe discusión acerca de la homogeneidad étnica de estos
grupos y de su parentesco con los alacalufes o kawésqar de más al sur.
Historia:
Existen pocos datos acerca de los grupos agrupados bajo la
denominación de "chonos", según la definición acuñada por John Cooper
en 1917 y seguida por autores posteriores. Los testimonios de los exploradores
y sacerdotes de la época colonial hablan de diferentes "naciones" que
poblaban el territorio de los canales, pero no existe certeza del número real o
características distintivas de estos grupos.
Los vestigios de poblamiento humano encontrados en la zona
de los canales patagónicos tienen una antigüedad de hasta 7500 años en la isla
Navarino y de unos 6100 años en el norte de la isla de Chiloé, extremos que no
estaban habitados por los chonos en tiempos históricos. Los investigadores no
han llegado a un consenso sobre la dirección que siguió el poblamiento y el
modo en que ocurrió la adaptación a la vida marítima.
Para mediados del siglo XVI, el área norte de Chiloé estaba
poblada por un pueblo horticultor y pescador de lengua mapuche y que en la
historiografía es conocido como huilliche o cunco y de quienes se cree que
habían arribado a la zona desde el continente unos siglos antes; al sur de
estos, en la costa suroriental de Chiloé, estaban los llamados payos,
posiblemente canoeros aculturados por los anteriores y en parte desplazados
hacia el sur. En las islas Guaitecas y el archipiélago de los Chonos, entre los
44º y los 48º S, vivían los grupos conocidos en la época colonial, que se
desplazaban de forma continua por el territorio y vivían de la caza y la
recolección, además de practicar en ocasiones el cultivo incipiente de papas.
En la parte sur de esta zona, pasada la península de Taitao, había otros
grupos, conocidos bajo diferentes nombres por los cronistas, que para Cooper
pueden considerarse también "chonos" ante lo incierto de sus características
y la semejanza de sus modos de vida.
Los conquistadores españoles comenzaron a explorar la zona
de los canales en la década de 1550 y la primera expedición en entrar en
contacto con los indígenas del área fue la de Francisco de Ulloa en 1553,
durante su viaje al estrecho de Magallanes. En la crónica de su expedición se
señala que arribaron a un archipiélago llamado de los Chonos y que más al sur
tuvieron un enfrentamiento con los nativos.
En 1557 una expedición española al mando de Juan Ladrillero
viajó hacia el estrecho de Magallanes y la crónica de la travesía incluye
descripciones de los indígenas de los canales, a quienes se identifica con el
nombre de "huillis".
Durante la segunda mitad del siglo XVI se inició la
conquista de Chiloé y los conquistadores recibieron tierras e indígenas en
encomienda, una de las cuales incluía a los indígenas "guaitecos".
Sin embargo, se supone que estas asignaciones no pudieron hacerse efectivas
porque era difícil llegar a los lugares donde residían estos indígenas.
La primera mención que se conoce de los chonos bajo ese
nombre data de 1609, cuando el sacerdote jesuita Juan Bautista Ferrufino se
refiere al archipiélago de Chonos y relata que hizo un catecismo en la lengua
de estos indígenas, que de acuerdo a su parecer era muy distinta y màs difícil
que el mapudungun de los huilliches.
Los jesuitas residentes en Castro hicieron una expedición a
las islas Guaitecas en 1612, pues estaban alentados por sus éxitos con los
huilliches de Chiloé y porque un cacique de los chonos los invitó a visitarlos
y a que predicaran entre su gente. En este viaje y en visitas posteriores
edificaron iglesias y prepararon fiscales indígenas para que mantuvieran el
culto el resto del tiempo. Los sacerdotes se encontraban ocupados con sus
misiones en Chiloé y solamente hacían visitas esporádicas a las islas
Guaitecas, finalmente las interrumpieron alrededor de 1630.
Pasado este periodo de intento de acercamiento español hacia
los chonos, fueron estos los que comenzaron a acudir a Chiloé, principalmente
en busca de mujeres y objetos de manufacturados de metal y otros que pudieran
obtener del asalto a viviendas de indígenas y españoles en las islas más
apartadas del alcance de las autoridades coloniales. Estas incursiones rara vez
podían ser detenidas o castigadas, pero en represalia los españoles hacían lo
propio en las islas de los chonos, y mediante incursiones Malocas regresaban
con prisioneros que eran usados como esclavos y que no solían vivir mucho a
causa del cambio de dieta.
En 1675 causó noticia y alarma en Chiloé (y luego en Lima y
la corte española) el relato que hizo el chono Cristóbal Talquipillán, acerca
de la existencia de asentamientos ingleses al sur de Chiloé. El virrey del Perú
envió una expedición de reconocimiento y preparó una flota de doce navíos para
expulsar a los ingleses, pero se trataba solamente de una mentira.
En 1710 se presentó un grupo de 166 chonos de todas las
edades en el fuerte San Miguel de Calbuco y manifestaron que deseaban la paz y
vivir entre los españoles. Estos recibieron a los chonos con gran alegría y
sorpresa, en vista de las hostilidades anteriores, y tomaron medidas para que
se quedaran y adoptaran el cristianismo. Durante los años siguientes
continuaron arribando familias a la zona, hasta llegar a ser unas 600 personas,
que de acuerdo a estimaciones modernas habría sido casi el total de su
población. Se les eximió de prestar servicio a los españoles en su calidad de
"neófitos" y se les dio la isla Guar, donde en 1717 se constituyó una
misión jesuita atendida por sacerdotes de Castro.
En Guar eran continuamente acosados por los cortadores de
alerce que iban a extraer madera a Melipulli (actual Puerto Montt y pronto
todos, salvo cuatro familias, se desperdigaron por el mar interior de Chiloé y
retomaron su nomadismo. En vista de que un número importante se estableció en
Quiapu, alguna de las islas vecinas de la de Quinchao, la misión se trasladó a
Chequián, en el extremo de esta última. Sin embargo, los chonos siguieron en
movimiento, y mientras algunos volvieron a Guar, otros se instalaron en puntos
tan dispares como Calbuco, Chaulinec, la salida del canal de Chacao o cerca de
la isla Guafo y los misioneros consideraron abandonar Chequián y crear una nueva
misión en Cailín.
Por esa época, las autoridades coloniales consideraban una
tarea difícil el conseguir que los chonos se hicieran cristianos y sedentarios
y los consideraban huraños, hostiles y sediciosos, entre otros calificativos
relacionados con la renuencia chona a asentarse en un lugar y seguir las
costumbres españolas.
La misión de Cailín se estableció finalmente en 1764,
incluía también las islas de Chaulinec y Apiao y el principal grupo indígena
residente eran los llamados caucahués, vecinos meridionales de los chonos y
considerados por los misioneros como más tratables e interesados en la adopción
de la cultura europea.
Durante el resto del siglo XVIII continuaron viviendo en
forma seminómada, pero poco a poco fue creciendo la importancia de la
agricultura en su modo de vida. Ellos y los demás indígenas canoeros de Cailín
eran los únicos que entendían de la caza de la ballena y trocaban aceite de
ballena por harina y otros productos. Asimismo, las crónicas de la época hablan
de reducción del número de chonos por la escasez de mujeres, atribuida a la
práctica del buceo que habría reducido su esperanza de vida.
Hacia fines del siglo XVIII, el pueblo de los chonos se da
por desaparecido, al haberse mezclado con los demás canoeros en Cailín y
haberse casado la mayoría de los hombres con mujeres huilliches, de manera que
sus descendientes adoptaron el modo de vida común de la población
hispano-huilliche de Chiloé.
Durante el siglo XIX hay reportes esporádicos de indígenas
canoeros identificados como chonos y en el siglo XX un hombre kawésqar aseguró
haber tenido encuentros con ellos.
En el año 2006 se organizó una expedición que partió al
interior inexplorado de la Península de Taitao en busca de vestigios
arqueológicos y de chonos que pudieran haber sobrevivido sin contacto con el
mundo exterior en los últimos dos siglos.
Estudios genéticos realizados en Chiloé señalan que la
población de la isla Laitec presenta marcadores genéticos diferentes a los de
otras poblaciones más septentrionales de Chiloé, y parecidos a los de pueblos
fueguinos, lo que podría ser un indicador de ancestros chonos
Cultura:
Al igual que los huilliches del canal de Chacao, tenían
embarcaciones de tres tablas llamadas dalcas y desarrollaron el uso del ancla,
construida con piedras y madera. Navegaban por los canales e incluso podrían
haber llegado al Golfo de Penas.
Cuando estaban en tierra habitaban pequeños armazones de
palos cubiertos con cueros, o bien vivían en cuevas. Se mantenían en pequeñas
bandas, sin embargo su principal organización social era la familia.
Su dieta se basaba en lo que podían obtener del mar:
mariscos, pescados, algas y carne de lobo marino y de ballena. A principios del
siglo XVII ocasionalmente practicaban el cultivo de papas y algún grano y más
adelante, luego del contacto con
los misioneros y el asentamiento en Chiloé,
fueron adoptando más la práctica de la agricultura. Fabricaban lanzas, mazas,
anzuelos de madera, hueso y pedernal y redes de fibra vegetal. Su vestimenta al
parecer eran taparrabos de algunas algas marinas y se cubrían el torso con
capas de cuero o tejidas de pelo de perro. También en ocasiones usaban gorro y
se pintaban la cara con colores rojo, negro o blanco.
Desarrollaron ritos mágicos y tenían tabúes como no mirar a
una bandada de loros en vuelo o no tirar al mar las conchas de los mariscos que
comían. Los cuerpos de los muertos eran dejados generalmente en cuevas.
El idioma chono, del que quedan pocos registros, parece
haber estado emparentado con el kawésqar y se postula que podría tratarse de un
dialecto de él.
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