Seres superiores denominados en la mitología Shuar que están
todos ellos vinculados a la naturaleza y al universo. La historia de esta etnia
Shuar también llamados jibaros (nombre considerado despectivo `por ello este
nombre data de la época de la conquista
española), habitan entre las selvas del Ecuador y Perú.
Territorio:
No lo tienen muy bien delimitado se supone que se localiza
por las estribaciones de la cordillera hacia el oeste y se extiende hasta las
cuencas del rio pastaza, napo, upano, zamora, y parte de los tributarios de
moriona de los cuales se encuentran en Ecuador pero también en Perú, al norte
de sus departamentos amazónicos.
Ni el imperio Inca ni el español gamas lograron controlar
este territorio. En 1490 rechazaron a los incas y en1549 hicieron fracasar las
primeras incursiones españolas. 1599 los shuar dirigidos por Kirur expulsaron
definitivamente a los españoles quienes les dieron el nombre de los jibaros (también
jibaros, o xivaros), como sinónimo de salvajes, porque después de matar a sus
enemigos los Shuar practicaban el ritual del Tzantza que consiste en reducir la
cabeza.
Su economía se basaba en la horticultura siendo esta itinerante
de tubérculos que se complementa con la caza y la pesca y recolección de frutos
e insectos.
Que recolectaban:
Yuca "papa china"
Maní
Maíz
Palma de chonta y
Plátano
El cuidado de la parcela, la recolección, preparación de
chicha y la cocina le corresponde a la mujer, la caza y la pesca al hombre. La
mayor parte del territorio de caza está siendo sustituido por pastizales, esto
ha traído el agotamiento progresivo del suelo, también ha ocasionado
la implantación de un patrón de asentamientos sedentarios que produce cambios
en el sistema socioeconómico.
Creencias:
Su mitología está vinculada a las leyes del universo creen
en unos seres superiores y tienen una amplia gama de ellas los relacionan con
la creación del mundo, la vida, la muerte y las enfermedades.
Los principales son:
Etsa: que personifica el bien contra el mal.
Iwia: siempre en lucha para vencer el uno contra el otro.
Shakaina: de la fuerza y la habilidad para el trabajo masculino.
Tsunk: ser primordial
del agua, trae la salud.
Nunkui: cusa la fertilidad la chacra de le mujer.
En el cultivo de la huerta daban el poder de crecimiento de
las plantas a Nunkui quien además se encargaba de enseñar a la mujer Shuara a
sembrar. El gran mundo espiritual de los Shuar es repetitivo. No creen en que
el ser humano tenga un final. Creen que luego de nacer y cumplir su vida no
llegan a un estado de permanente con la muerte sino que su espiritu Arútan, es
recibido por otro ser humano que puede ser su hijo o su nieto que cumple
nuevamente otro ciclo vital.
El Arútam es considerado como un espíritu clave para los
varones, porque creen les da más potencia y fuerza. Piensan que quien posee un
Arútam, no puede morir sino de enfermedades contagiosas. Los niños comienzan a
buscar este espíritu en la selva desde los seis años de edad. En la cultura de
la selva, los elementos de la Naturaleza guían la vida de sus habitantes.
La palma de chonta, su fruto maduro, representa el mito del
Uwi. Éste señala la estación de la abundancia en la selva. En la cosecha de sus
frutos se celebran rituales con ruegos a Uwi. Piden que fermente la chicha de
chonta, dé fertilidad a los animales, a las plantas y vitalidad al hombre. El
chamán, llamado Uwishin, es una especie de sacerdote mediador con el mundo
sobrenatural y a la vez es un líder político. La secuencia del día y la noche en
la mitología de los shuar la relacionan con la victoria.
Reducción de cabezas:
La reducción de cabezas es una tradición ancestral Shuar y
tiene gran simbolismo. Cuando se enfrentan dos tribus Shuar por territorio o
por otros motivos, el jefe vencedor toma la cabeza del jefe perdedor y procede
a la reducción de su cabeza. El jefe Shuar se encarga de hacer la tzantza
totalmente solo, en profunda meditación y ayuno. Los miembros de la tribu
vencida pasan a ser parte de la tribu vencedora, sin que haya repudio o
discriminación.
Para la reducción de la cabeza, los Shuar primero cortan la cabeza
de su adversario. Luego, con un cuchillo, hacen un corte desde la nuca al
cuello, tiran de la piel y la desprenden del cráneo, desechando el cerebro,
ojos y demás partes blandas, además de los huesos.
El siguiente paso es meter la piel en agua hirviendo, a la
que le añaden jugo de liana y otras hojas, lo cual evita el desprendimiento del
cabello. Mantienen la cabeza sumergida durante unos quince minutos, ya que si
lo hicieran más tiempo la cabeza podría ablandarse demasiado y posiblemente
pudrirse.
A continuación, retiran la cabeza del agua; en ese momento
está reducida a la mitad del tamaño original, y dejan que se seque. Una vez
seca, raspan la piel por dentro para quitar restos de carne, y evitar el mal
olor y la putrefacción; finalmente la frotan por dentro y por fuera con aceite
de Carapa.
Una vez extraídos los materiales blandos y el cráneo, cosen
el corte realizado en la nuca. También cosen los ojos y la boca, quedando la
cabeza como una bolsa, a la que introducen una piedra del tamaño de un puño o
el volumen equivalente en arena caliente.
Finalmente, la cuelgan sobre el fuego para disecarla poco a
poco con el humo, a la vez que van dando forma al cuero con una piedra
caliente. En este proceso la cabeza termina de reducirse. Después, retiran la
piedra o la arena y tiñen la piel de negro. Tras el proceso, la cabeza reducida
termina teniendo el tamaño aproximado de un puño, es decir la tercera o cuarta
parte de su tamaño original.
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